Jaime Palao Rubio, de 24 años, es natural de Yecla. Hijo de Pedro y Josefa, siendo el menor de tres hermanos, realizó sus estudios primarios en el colegio San Francisco, lugar del que tiene «un gran recuerdo» de sus amigos, y el Bachillerato en el Instituto Azorín de Yecla. Apasionado de la música, el arte y la pintura, Jaime recuerda «pasar muy poco tiempo en casa, pues siempre estaba haciendo cosas o con gente»: clases de inglés, francés, música y guitarra ocupaban muchas horas de su horario, incluso formaba parte de una orquesta.
De la mano de su abuela acudía a Misa con asiduidad hasta que ella enfermó. Él siguió yendo a la iglesia, pero con menos frecuencia. Realizó las catequesis iniciales del Camino Neocatecumenal meses después de recibir el sacramento de la Confirmación, ligado siempre a su parroquia de La Purísima. Fue en ese momento cuando Jaime, que hasta entonces había vivido su fe de forma más solitaria, comenzó a hacerlo en comunidad: «Cuando empecé en la comunidad, vi que había muchísima gente de mi edad que también iba a la parroquia y empezamos a hacer un montón de cosas juntos: peregrinaciones, convivencias, ponernos al servicio de la parroquia en lo que hiciera falta (limpiar, visitar a los enfermos, ayudar en el asilo…). Me ayudó también ver que otros, con mis mismos sentimientos, daban un paso adelante».
Jaime destaca que siempre le interesó el sacerdocio, una inquietud que le acompañó desde niño hasta que descubrió que lo que sentía era vocación: «Siempre me recuerdo interesado por todo lo que tenía que ver con ser cura, sobre todo de pequeño, pero no le daba mucha importancia». Una vocación que, asegura, percibían las personas de su entorno, aunque él no quisiera afirmarlo: «La llamada se hizo más fuerte a raíz de involucrarme más en la parroquia y empezar en la comunidad, pero no decía nada porque quería tenerlo seguro antes de expresarlo, aunque los de mi alrededor se daban cuenta».
El seminario, lugar de encuentro con la misericordia de Dios
Las conversaciones con los seminaristas de su parroquia y la ayuda del actual obispo auxiliar de Cartagena, Mons. Sebastián Chico, entonces rector del Seminario Mayor San Fulgencio, le ayudaron a superar su miedo de compartir con su familia y amigos «esa llamada que sentía».
Con 18 años, tras unos ejercicios espirituales, acogió la invitación del rector para ingresar en el seminario. Un tiempo formativo y de discernimiento que le ha ayudado a conocerse mejor y fortalecer su vocación: «Ha sido un tiempo para madurar y pasar de una relación superficial con Jesucristo a poder entrar en el misterio que es hacer su voluntad». Unos años, los del seminario, que no están exentos de momentos difíciles, en los que pudo experimentar sus limitaciones y poder así «servir al Señor siendo realista». Una etapa en la que gustó la misericordia de Dios: «No puedo querer ir a rescatar a nadie si no veo que el primero que ha sido rescatado he sido yo. El Señor me permitió conocerme a través de ciertos sufrimientos, de ciertos pecados, que me ayudaron a ver que el Señor es misericordioso y que la obra que quiere hacer la tiene que hacer Él y no yo. Durante un tiempo incluso estuve en un régimen especial en el seminario; viviendo fuera, porque el Señor me tenía que ayudar a discernir si me llamaba o no. Fue un tiempo para desprenderme de muchas cosas y de muchas personas para que yo solo, delante del Señor, pudiera decirle que sí».
El diaconado, un tiempo para aprender de la comunidad parroquial
Jaime Palao fue ordenado diácono por el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes, el 25 de julio del pasado año. Desde entonces, ha ejercido su ministerio diaconal en la parroquia de San Juan Bautista de Archena, en donde se ha sentido acogido y acompañado: «Me han acogido fenomenal y me han ayudado muchísimo. La gente te enseña mucho. Tengo que destacar el cariño y las enseñanzas del párroco y del coadjutor, con quienes he vivido una comunión riquísima. Ha sido un tiempo precioso, porque esos primeros pasos siempre dan un poco de miedo; una cosa es saberte la teoría y otra distinta es ponerte delante de una parroquia, ponerte a servir, a ayudar a la gente, dar una palabra…».
«Tenemos la gracia de ordenarnos en un momento único»
El próximo domingo, 27 de junio, Jaime pasará a formar parte del presbiterio de la Diócesis de Cartagena junto a sus cinco compañeros. Asegura que este tiempo lo está viviendo con ilusión y siendo consciente de que, a pesar de la actual situación social, es un momento especial: «Tenemos la gracia de ordenarnos en un momento único; nadie se esperaba que nuestras ordenaciones estuvieran en este contexto, pero yo creo que me está ayudando a ver que ahora, más que nunca, vale la pena dar la vida por el Evangelio».
Si el propio Jaime pudiera comunicarse con él mismo en un futuro se recordaría la felicidad que ha sentido dentro de la Iglesia: «Me diría: “Acuérdate de que has sido feliz en la Iglesia, y ella siempre te ha sido fiel; el Señor te ha sido fiel y has sido feliz haciendo la voluntad de Dios”. Es cierto que el Señor da el ciento por uno y a mí me sale darle las gracias por todas las personas que ha puesto en mi camino. Solo me sale agradecer, agradecer y agradecer».